Nunca pienses, ni por un momento, que necesitas a alguien para atraer luz a tu vida, esa la tienes dentro de ti, lo único que necesitas es tener el valor de tomarla.
Dicen que lo que no te mata te fortalece, aunque en ese ínter las cosas duelen demasiado, y más cuando se trata de desamor. Es difícil aceptar que un gran amor llego a su final, sea por la razón que sea, porque como seres humanos, todos deseamos ser amados.
En ese proceso podemos caer en el error de mantener viva la llama, de creer que esa persona volverá. No importa si nos mando a volar olímpicamente, si nos juro nunca más volver o incluso, si ya está con alguien más. El hecho es que seguimos amándole, reviviendo una y otra vez aquéllo que en su momento fue y vivimos a la espera de que nuevamente vuelva a ser, de que los planetas se alineen y se dé cuenta que cometió un gran error al marcharse. Vivimos a la espera de una llamada o un mensaje desesperado, de un encuentro casual que nos envíe la más mínima señal para dar puerta abierta a la reconciliación. Y lo peor, es que muchas veces, todo esto es un acto inconsciente.
Maltratamos tanto la palabra amor que nos embestimos de sufrimiento cayendo en la falsa idea de que sin esa persona no somos nada, o no podemos vivir sin ella. Creemos que amamos tanto al grado de obsesionarnos y sentirnos seres incompletos, que se han llevado el relleno emocional que tapaba de forma temporal esos espacios vacíos.
Pero nos olvidamos de lo más importante: el amor hacia nosotros mismos. Porque no sé si sabes que es ahí donde comienza el verdadero amor, ya que es imposible amar a los demás si no nos amamos primero a nosotros mismos. Después de todo, si no cuidas de ti y de tu corazón, nadie más lo hará por ti.
Además, nadie puede rellenar esos espacios vacíos, nos corresponde a nosotros encontrarnos y actuar conforme a lo que sucede en nuestro interior. Es un gran error querer convertirnos en el centro del universo de otra persona y hacer que nuestra vida gire en torno a la suya. Al final, sólo terminarás reduciendo tu ser a una sombra, la sombra del otro. Y es imposible amar a alguien sin identidad propia.
Pero siempre es un buen día para despertar y hacer un alto, de empezar a analizar la situación, de tomar buenas decisiones y tomar las riendas de tu vida. Siempre es un buen día para dejar de ser un títere de la espera, la frustración y la desolación. De dejar de pensar en quien se ha olvidado de ti, o simplemente, dejó de escribir y cerró ese capitulo de su vida contigo.
Es tiempo de empezar a quererte y valorarte. No importa cuánto tiempo te lleve este proceso de renovación interna. Hazlo y empieza a cumplir nuevas metas y sueños que no dependan de nadie, que no te puedan robar y sean sólo tuyos. Recoge todos esos pedazos de dolor que se han ido quedando en el transcurso del camino y reconstrúyete. Más sabia, más madura, más experimentada y más feliz.
Hay decisiones que te acompañarán el resto de tu vida por lo que no pierdas más tu tiempo y no vivas esperando lo que quizá nunca llegara, a alguien que no hace ni el menor intento por estar contigo. No hay amores que maten ni que salven, excepto el que sientes por ti misma y como es tuyo, tú eliges qué hacer con él.
Ámate lo suficiente para no vivir esperando que te elijan, sino que quien elija, seas tú. Ámate lo suficiente para darte cuenta que cuando alguien ya no te quiere, debes seguir adelante y no perder tu tiempo. Ámate tanto que cuando alguien ya no quiera estar a tu lado, tu dignidad le abra la puerta y le diga:
TE AMO, PERO ME AMO MÁS YO.