Los abuelos nunca mueren, se vuelven invisibles

Los abuelos nunca mueren, se vuelven invisibles y duermen para siempre en lo más hondo de nuestro corazón. Aún hoy, los echamos en falta y daríamos lo que fuera por volver a escuchar sus historias, por sentir sus caricias y esas miradas llenas de infinita ternura.

Sabemos que es ley de vida, mientras los abuelos tienen el privilegio de vernos nacer y crecer, nosotros hemos de ser testigos de cómo envejecen y dicen adiós a este mundo. Su pérdida, es casi siempre la primera despedida a la que hemos tenido que enfrentarnos en nuestra infancia.

Los abuelos que son partícipes en la crianza de sus nietos dejan huellas en su alma, legados que los acompañarán de por vida como semillas de amor imperecedero para esos días en que se vuelvan invisibles.

Hoy en día es muy común ver a los abuelos y a las abuelas involucrados en las tareas de crianza con sus nietos. Son una red apoyo inestimable en las familias actuales. No obstante, su papel no es el mismo que el de un padre o una madre, y eso es algo que los niños intuyen desde bien temprano.

El vínculo de los abuelos y los nietos se crea desde una complicidad mucho más íntima y profunda, por ello, su pérdida puede ser en muchos casos algo muy delicado en la mente de un niño o un adolescente. Te invitamos a reflexionar sobre este tema con nosotros.

El adiós a los abuelos: la primera experiencia con la pérdida

Muchas personas tienen el privilegio de tener a su lado a alguno de sus abuelos habiendo llegado a la edad adulta. Otros, en cambio, tuvieron que afrontar su muerte en la primera infancia, en esa edad en que aún no se entiende la pérdida en todo su realismo, y donde los adultos, en ocasiones, la explican mal. Como intentando dulcificar la muerte o hacer como “si no doliera”.

La mayoría de psicopedagogos nos lo dicen bien claro: a un niño se le debe decir siempre la verdad. Es necesario adaptar el mensaje a su edad, de eso no hay duda, pero un error que suelen cometer muchos papás es en evitar, por ejemplo. una última despedida entre el niño y el abuelo en el hospital o en hacer uso de metáforas como “el abuelo está en una estrella o la abuela está durmiendo en el cielo”.

A los niños se les debe explicar la muerte de manera sencilla y sin metáforas para que no se hagan ideas equivocadas. Si le decimos que el abuelo se ha ido, lo más probable es que el niño pregunte cuándo va a volver.
Si explicamos al pequeño la muerte desde una visión religiosa determinada, es necesario incidir en el hecho de que “no va a regresar”. Un niño pequeño solo puede absorber cantidades limitadas de información; así que las explicaciones deben ser lo más breves pero sencillas posibles.
Es importante tener en cuenta también que la muerte no es un tabú y que las lágrimas de los adultos no tienen por qué quedar ocultas ante la mirada infantil. Todos sufrimos la pérdida de un ser querido y es necesario hablar de ella y desahogarla. Los niños lo harán a su tiempo y en su momento, por ello, hemos de ser adecuados facilitadores de ese proceso.

Los niños nos harán muchas preguntas que necesitan de las mejores y más pacientes respuestas. La pérdida de los abuelos en la infancia o en la adolescencia siempre es complejo, así que es necesario atravesar ese duelo en familia siendo muy intuitivos ante cualquier necesidad de nuestros hijos.

Autor: Valeria Sabater

Fuente: lamenteesmaravillosa.com